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Cómo pasé la noche en un calabozo en Florencia

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--> ¿He contado ya en este blog que he estado en Japón? ¿Sí? ¿En serio? ¿No queréis que os lo cuente otra vez? Vale, vale, no os pongáis así, no es necesario recurrir a la violencia…

Tampoco os creáis que para una vez que cogí un avión me dediqué a contarlo hasta el infinito y más allá. Que yo he viajado a más sitios… Sí, amigos, de la creadora de “yo he estado en Japón”, llega “yo he estado en Florencia”.

Fue a finales del año pasado, en pleno invierno y en plena temporada baja. Es lo que pasa cuando trabajas en televisión, que de la misma forma que te enteras de la cancelación de tu serie de un día para otro, te enteras de que tienes vacaciones de un día para otro. ¿A dónde me podía ir yo en diciembre? Y decidí escoger un sitio donde hubiera mucho interior bonito y con calefacción, esto es, donde hubiera muchos museos.

Dicen que allá por 1817 Stendhal hizo un viaje por Italia, por supuesto también estuvo en Florencia y, al salir de la Santa Croce le pasó esto:

"Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme".

Este sentir que te vas a desmayar, que te faltan las fuerzas, que están sobreestimulando con tanta belleza, pasó a denominarse “síndrome de Stendhal”.

En el siglo XXI es difícil sufrir un Stendhalazo. Nosotros ya estamos sobreexpuestos a imágenes durante todo el día. En la época de Stendhal no existía el cine ni la fotografía, sólo las clases altas viajaban y no tanto como ahora… Eran más impresionables que nosotros. Así que, pasada la impresión de ver a tanto hombre musculado, de rasgos perfectos y hechuras mitológicas… caes en la cuenta de un pequeño detalle. Un pequeñísimo detalle.

 ¿Os habéis fijado en el pequeñísimo detalle?

¿Los historiadores del arte han estudiado porqué es todo tan espléndido en estas estatuas… menos el pene, que es un micropene? Que no digo yo que tenga que ser tan magnificente como todo lo demás, porque ya haría la escultura vulgar pero… una longitud normal, no de acabar de salir de una ducha helada...

Si tuviera que escribir una historia del arte para dummies, después del capítulo dedicado al micropenes de los dioses y héroes de la mitología, iría uno dedicado a los niños Jesús viejóvenes.

La foto de estos niños Jesús del inframundo para una campaña de condones. Lo veo.

Igual os pensáis que tengo la sensibilidad de una patata cocida y que no he sabido apreciar la la delicadeza, la exquisitez de un porrón de siglos de historia del arte con mayúsculas.

Pero para nada.

Si yo soy una persona súper sensible. Y cuando paseaba por la plaza de la Santa Croce casi sufrí un Stendhalazo. En Italia, supongo que por las alertas antiterroristas, es habitual ver a militares, con sus metralletas, su uniforme caqui y sus 4x4, vigilando el patrimonio artístico italiano. Y entonces los vi. A los auténticos monumentos. A ellos:


A Stendhal su síndrome le hizo tambalearse y estar a punto de desmayarse, a mí me provocó un ataque de sinvergonzonería. Me planté delante de los bellos militares y les hice fotos. Se acercaron a mí de inmediato y yo pensé (insisto, sería cosa del síndrome de Stendhal) que me iban a pedir il número de telefonino per andare dopio a tomare un capuccino. Pero no. Me hablaron muy alto y muy rápido y una cosa os digo, el italiano deja de parecer un idioma gracioso y cantarín cuando lo dicen tres militares con metralletas en la mano. Yo me intenté explicar, “foto a ti, perche tu sei troppo bello”. Pero no se lo creyeron. O los militares eran unos muchachos muy modestos o esa excusa la habían usado antes algunos terroristas yihadistas. El caso es que me llevaron al comisariato. Y el comisariato no es una cafetería cuqui donde tener una primera cita adorable, qué va, el comisariato es la comisaría y acabé pasando la notte en prigione, es decir, en el calabozo.

Y vosotros, ¿habéis sentido un Stendhalazo alguna vez?, ¿tenéis alguna explicación para el misterio de los micropenes? Y, sobre todo, ¿habéis pasado la noche en algún calabozo?

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