Como todo españolito medio, yo también me he ido de viaje en Semana Santa. Y a mí también me ha llovido y también me ha pillado un atasco monumental volviendo a Madrid. Y es que, si no pasan todas estas cosas en una escapada de Semana Santa, será una señal inminente del Apocalipsis y del fin de la cultura occidental tal y como la hemos conocido hasta ahora.
Mi periplo comienza en León, donde además de comer cecina (como está mandado) y una torrija hecha de cemento armado que me acompañó durante todo el viaje...
Será rubio, tendrá los ojos azules, la piel sana, y será una torrija.
...descubrí que en León viven las procesiones de Semana Santa a tope. Todas la tiendas, todas: de ropa, de complementos, ¡¡¡farmacias!!! se decoran con cirios, carteles con imágenes de los pasos, estampitas... y en los bares suenan marchas procesionales mientras la gente se pide una ración de cecina, 4 cañas y dos vinos tintos.
Pero lo más curioso de la Semana Santa leonesa es Genarín. La noche de Jueves Santo se organiza esta procesión pagana y un punto surrealista. Y es que Genarín no era un santo, precisamente, sino un borrachín, jugador y muy putero, que murió atropellado, mientras intentaba hacer pis, por el primer camión de basura de la ciudad de León en 1929. Hoy se le recuerda gracias a una cofradía que lleva su nombre y que todos los años organiza una especie de procesión fringe, con pregón satírico y muchos brindis de orujo.
Pero no todo en el viaje iba a ser cachondeo, ojo. Que también he visto un huevo de iglesias. La más impresionante, San Isidoro de León, en cuyo panteón están las pinturas mejor conservadas del románico. Los que hayáis cursado arte en COU las recordaréis. Y si las veis en persona ya nunca las olvidaréis. En la entrada a la basílica están la puerta del Cordero y la puerta del Perdón, donde este simpático bicho te saluda sacando la lengua:
El viaje continuó rumbo Asturias. Podría hablar ahora del paisaje de Cangas de Onís y alrededores, de la espectacularidad de Covadonga y bla, bla, bla. Pero todo eso lo podéis encontrar en la wikipedia, en la lonely planet o en la oficina de turismo de Asturias. Lo que no encontraréis es la pasión que hay en los pueblos asturianos por las discotecas de extrarradio. Si alguna vez os habíais preguntado qué era eso de los bolos, aquí tenéis la respuesta.
En la discoteca Habana de Cangas sí que saben pasárselo bien.
La siguiente parada fue Potes, ya en Cantabria. Potes es un pueblo tranquilo, agradable, con casitas de piedra, pequeñito, de los que te pones a pasear y llegas rápido al final del pueblo. Muy cerca está Fuente Dé, a donde se accede en funicular, y que en esta época del año está completamente nevado. Allí dejé esta escultura, una reflexión sobre la fragilidad del ser humano y una crítica a la deshumanización de nuestra sociedad que he titulado “composición número 43”:
Pero más allá de la espectacularidad de Fuente Dé (si esto fuera una guía de viajes al uso diría “cinco estrellas, merece la pena desviarse”) Potes también ofrece otras cosas. Como, por ejemplo, las camisetas más feas que he visto en toda mi vida. O las tiendas de ropa más vintage (vintage de verdad, rollo años 90, no vintage rollo baúl de la abuela que viajaba a París y tiene un Chanel). O un grave problema con el inglés. Mi teoría es que el profesor de lengua extranjera del instituto de Secundaria de Potes se sacó el título copiando a su compañero de pupitre y es el culpable de toda una generación un poco pez con el idioma de Shakespeare y las Spice Girls. Por eso encuentras menús donde se lee “sandwish” o carteles donde se ofrecían clases de aerobic y "steep".
Pero ojo, que no sólo me he dedicado a hacer fotos ridículas y a comer alubias con jabalí durante el viaje. Que también he andado por el campo, entre piedras, cuevas y desfiladeros. Todo muy Indiana Jones, si Indiana Jones en vez de sombrero y látigo llevara ropa del Decathlon. Porque, amigos, los Picos de Europa están llenos de gente que ha arrasado en el Decathlon. Todos con sus forros polares, sus chubasqueros marca North Face, y sus botas de montaña. Qué difícil es tener un poco de glamour allá por el monte. Desde aquí invito a Mango y a Inditex a que saquen una línea “mountain glam”. Será un hit.
Aquí mi amiga Rosita, la cabrita, que salió al paso en medio de la garganta del Cares no sea que algún excursionista quiera darle un trozo de torrija.
Mi mayor caminata fue por la gargante del Cares y, (esto sí que es un consejo práctico) lo mejor es comenzarla al revés, por Caín. Es verdad que acceder en coche al pueblo de Caín es complicado, con tramos estrechísimos, llenos de curvas. Pero también es verdad que es una carretera preciosa, llena de pueblitos de piedra, nieve y vacas que te salen al paso. Otro consejo práctico: ni se os ocurra hacer esa ruta cuando llueve.
Y vosotros, ¿cómo pasasteis la Semana Santa?, ¿habéis ido a alguna procesión pagana?, ¿habéis comido torrijas hasta aborrecerlas?, ¿os habéis hecho amigos de alguna cabra?
Ah, y el día 15 (lunes) en el café bar Angelika de la Cava Baja de Madrid, se proyecta "Lo último que hago para el Notodo". Hay voto del público... como decía Rosa María Sardá en aquel mítico programa "ahí te quiero ver".
Ah, y el día 15 (lunes) en el café bar Angelika de la Cava Baja de Madrid, se proyecta "Lo último que hago para el Notodo". Hay voto del público... como decía Rosa María Sardá en aquel mítico programa "ahí te quiero ver".